18 feb 2011

PASIÓN POPULAR

Ya no importaba nada, la tarde había llegado. Era el picado de la siesta, el de la plaza, el de la tierra. Un juego Sabroso, como el que predicaba Pelusa, que con El Sello de su zurda marcaba El Ritmo de cada gambeta. Un pequeño bailarín, que se movía al compás de la pelota, Con La Música En La Sangre, con La Konga en la cintura. Y era inevitable, La Fiesta se armaba casi sin pensarlo, sin saber que Jean Carlos andaría con su mambo. Atrayendo multitudes, que explotaban en cada jugada, con La Banda De Carlitos que siempre te alentaba o vibrando de la mano de La Banda Registrada. En ese cruce de piratas en busca del tesoro, con un Cuarteto de Oro que no paraba de brillar. Gary, El Turco Julio, Andrés y Rodrigo y no pares que yo te sigo, me gritaban por ahí. Condimentando el juego estaba Walter Romero, bebiendo de un Toro Quevedo que no podía faltar. Empezando la previa de los viernes, con una Mona Jiménez que te hacía delirar. No importaba el día, mucho menos si llovía, en el tablón siempre estaba La Barra que con su fuerza y con su garra cantaba con el corazón. Un corazón cuartetero, fiel de enero a enero y La Onda incomparable de los que vienen y van, con un Carlitos Rolán que decía presente. Era el juego perfecto, que te mandaba a volar, como unos Reyes Del Cuarteto y la alegría popular. Y así me voy despidiendo, pero les voy avisando, esto no queda acá. Podrán encontrarme por ahí con Ulises y Toledo luchando con el deseo de volver a disfrutar, de una tarde de pasión o una linda canción, con la vigencia de Trula o La Rhumba y su frescura. Esperando por Nolberto o un simple cuarteto, que te haga comprender la magia de estas palabras y lo hermoso de la pelota. Algo que El Resto no entiende y desde lejos se nota.

7 feb 2011

PARA SIEMPRE

Les puedo asegurar que él no sabía que pensar. Quedó descolocado, era una verdad simple y resonante a la vez, fácil de sentir pero difícil de ver. Hacía tiempo se había alejado, o eso creía. Siempre orgulloso hasta niveles tercos, no reconocía eso que le hacía tan bien. “Eso no existe, ¿qué me hablan de lo eterno? ¿De un sentimiento profundo? Por favor! Eso es cuento… chamuyo” Repetía hasta el hartazgo, sin darse cuenta que sus ojos no mentían, no como sus palabras. Convencido de la existencia de cariños pasajeros, efímeros. De no aferrarse a nada, de tener cuenta regresiva para cada cosa de su vida, esperando un final brusco pero anunciado. Así era él, orgulloso y temperamental, con una sensibilidad oculta en lo mas profundo de su ser. Capaz de escaparle al nudo en la garganta pero no al latido del pecho. Ese pecho que se paralizó en el preciso momento en el cual ese joven se acomodó en el tablón. Ese lugar que lo vio reír, llorar y saltar. Estuvo antes, esta ahora y bien sabe que estará después. Nadie le quita el sentimiento. Nadie le quita lo que quiere creer. Y solo él confía en que los amores para toda la vida si existen y eso lo llena por dentro. “Siempre que estés, habrá aire. Mi vida es con vos o que se acabe el mundo”.